viernes, 12 de julio de 2013

El elefante y la sopa

La historia del elefante ensopado, que da título a este blog, empezó hace dos o tres veranos. 

Una día de julio, quizás, incluso, un día como hoy, la Escuela de Escritores de Madrid propuso un binomio fantástico (elefante-cuchara). Uno de esos binomios irresistibles para cazadores de historias salvajes (historias que vagan por ahí en libertad). Total, que cuando me quise dar cuenta, ya estaba haciendo esquemas, dibujando mapas, recabando información de aquí y de allá, con intención de echarle el lazo a lo que se escondía tras el binomio.

Después de una concienzuda investigación... Bueno, no. No tan concienzuda. Reconozco que solo desovillé el pasado de la cuchara (el cajón de los cubiertos no tiene secretos para mí). Del elefante me conformé con mi concepto previo, ya que el circo no me gusta, el zoo me da tristeza y en la tele y en la red los elefantes no huelen, ni te miran fijamente a los ojos. Quiero decir con esto que no fui a la selva a estudiar el comportamiento del elefante. Lo aclaro porque no me gustaría que quien esto lea piense que me jugué la vida en el intento.

El caso es que, en parte por mi esfuerzo, en parte por mi suerte, descubrí el hilo secreto que une a dos palabras tan, en apariencia, ajenas, como son una cuchara del montón y un elefante subacuático amante del riesgo.

El resultado de mis pesquisas fue este:
http://viajesinzapatos.blogia.com/2010/050501-un-elefante-en-mi-sopa.php

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