La librería se llenó de brujas, magos y niños. Sacamos palabras mágicas de la olla donde se habían cocido y las utilizamos para hacer conjuros. Algunos no salieron bien, pero otros funcionaron de maravilla: hubo tormenta de gominolas en el Polo Norte, lluvia de libros en la librería y lo más emocionante: una niña, durante un segundo o tres, se volvió invisible.
Y cuando ya nos marchábamos a casa: "¡Hala, mira esto!"... El gato de la bruja se había colado en las páginas del libro :-).
¡Halaaaaa! ¡Qué pena no haber estado en esa presentación!
ResponderEliminarUn abrazote.